Justo cuando el tema de la caza de ballenas por parte de Japón estaba quedando en el olvido, surge otra de las barbaries de la humanidad, para recordarnos lo primitivos y básicos que podemos ser: la caza de focas.
Nuevamente, desde marzo hasta abril, el gobierno canadiense ha autorizado para este año la caza de 275 mil ejemplares en el Golfo de San Lorenzo.
Esta cruel caza, realizada con mazos, arpones, picotas y rifles, asesina principalmente a las pequeñas crías de foca, ¡¡¡¡las que son descuerada vivas!!!!, para sí no perjudicar la calidad de su piel, para qué hablar de aquéllas cuyo dolor no cesa, ya que no mueren y permanecen gravemente heridas de por vida.
El creciente mercado de productos naturales ha provocado que también sea muy apreciado su aceite, rico en omega 3, y las excentricidades de países asiáticos han elevado los precios de los testículos y penes de foca, lo que son considerados afrodisiácos.
Obviamente los canadienses creen tener una razón para esta actividad. Según ellos, la excesiva cantidad de focas pone en riesgo los bancos de bacalaos, parte de la economía de dicho país.
Pero la verdad es que el calentamiento global - otra vez - está cooperando con la muerte de las focas. Datos señalan que los deshielos han provocado entre el 25 y el 75% de la mortalidad de las crías nacidas.
Además, los animales cazados son cachorros, por lo que su verdadero impacto no se conocerá hasta un tiempo más, cuando dichas focas deberían ser capaces de procrear.
¿Qué podemos hacer? Por las ballenas, hasta el gobierno emitió declaraciones, ¿pasará lo mismo con las focas?, por las ballenas surgieron movimientos ciudadanos ¿pasará lo mismo con las focas?, por las ballenas hubo protestas en la embajada de Japón, con las focas pasará lo mismo. De hecho, se ha relizado un llamado para asistir a la embajada de Canadá este viernes 14 a las 12 pm, para manifestar públicamente el rechazo de la ciudadanía por esta caza.
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